Esta es una traducción del artículo "The Final Days of Merrill Lynch" publicado en "The Atlantic Online"
de septiembre de 2009.

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En septiembre [del año] pasado, mientras Wall Street se transformaba en escombros y el pánico amenazaba con desencadenarse, Ken Lewis, el director general del Banco de América, acordó “tragar” uno de los bancos de inversión más tóxicos del país. El acuerdo no fue del todo voluntario; a medida que los detalles fueron emergiendo lentamente, la función coercitiva de la Fed y el Tesoro cobró importancia. ¿Qué ocurrió exactamente en las semanas previas a la fusión? ¿El acuerdo nos salvó del apocalipsis económico? ¿Y que presagia para el futuro de nuestra economía el papel sin precedentes que jugó el gobierno?
Los últimos días de Merrill Lynch
por William D. Cohan
I.

Transcurrió casi un año desde que, el 15 de septiembre, el Bank of America acordó comprar Merrill Lynch por $ 50 mil millones en acciones, en lo que ahora se ve como uno de los negocios más cargado de significados en la historia de los negocios estadounidenses. El acuerdo fue anunciado el mismo día en que Lehman Brothers se declaró en quiebra y el día antes de que el Tesoro y la Reserva Federal decidieran lanzar un salvavidas de 85 mil millones para AIG, la aseguradora mundial que había suscripto de modo insensato los riesgos del sistema financiero. Aunque el fin de Wall Street era inminente, la oferta del Bank of America valoraba Merrill Lynch en 29 dólares por acción, una prima de 70 por ciento sobre el precio de cierre de la acción el viernes precedente y casi el doble de su valor libros.

La generosidad de Bank of America permitió a Merrill esquivar una bala, ya que se encontraba a pocos días de seguir detrás de Lehman a una corte de bancarrotas. El CEO de Merrill, John Thain, había pasado gran parte del fin de semana anterior en el palazzo italianizante de la Reserva Federal de Nueva York en el centro de Manhattan, en tensas discusiones acerca de la creciente angustia de la industria financiera y sabía que el futuro de su empresa estaba en peligro. Al igual que Lehman y Bear Stearns, que había quebrado seis meses antes, Merrill tenía un balance repleto de valores problemáticos que había estado utilizando como garantía en los mercados de financiación a corto plazo.

Thain sabía que la voluntad de los prestamistas de corto plazo para asegurar la financiación de Merrill desaparecería rápidamente si su empresa perdía la confianza del mercado como había sucedido con Lehman y Bear Stearns. Sin financiación de corto plazo, Merrill no sería capaz de hacer frente a sus obligaciones a medida que se fueran devengando y la empresa quebraría. "Había previsto que la bancarrota de Lehman causaría muy graves problemas a Merrill Lynch”, dijo Thain después, "y el posible retiro de dinero en efectivo" podría causar una grave crisis de liquidez de la empresa de difícil solución.

Por la noche del domingo de ese infame fin de semana de septiembre, Thain y Ken Lewis, CEO de Bank of America, habían concluído su acuerdo. "Adquirir una de las principales empresas de gestión de portafolios, mercados de capital, y asesoramiento es una gran oportunidad para nuestros accionistas ", dijo Lewis a la mañana siguiente. "Juntas, nuestras compañías son más valiosas por las sinergias en nuestros negocios ... Espero una gran alianza con Merrill Lynch. " agregó Thain: "Merrill Lynch es un gran franquicia mundial y espero con interés trabajar con Ken Lewis y nuestros equipos directivos para crear con la combinación de estas dos firmas lo que será la principal institución financiera en el mundo".

Incluso en ese momento parecía a muchos como una unión extraña, una firma de Wall Street fundada en 1914, que había volado alto, que se la llevara el WalMart de la industria bancaria, un banco con sede en Charlotte, conocido por su musculatura en la banca comercial. No obstante, el anuncio de la oferta fue acompañado con brindis con champagne y toda la euforia corporativa de costumbre. Para el Bank of America fue el pasaje al carril rápido de las altas finanzas y un reconocimiento de su rango: el 19 de octubre, un Lewis triunfante apareció en el 60Minutes y a la pregunta de si había conquistado Wall Street, él respondió: "Así es, sí, en ese sentido hemos ganado ". Para Merrill fue, si no más, una segunda oportunidad en la vida.

Tres meses más tarde, incluso antes de que el acuerdo estuviera cerrado el compromiso estaba en las rocas, el humor agriado por las sorprendentes pérdidas en Merrill, y los ejecutivos del Bank of America estaban buscando una manera de romper con él. Lo que siguió fue una serie sin precedentes de medidas, adoptadas en diciembre por el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson, para mantener juntas a las dos compañías.

Muchos de los detalles más impresionantes de las negociaciones ocultas entre Paulson, Bernanke, y Lewis se habrían mantenido secretos si no fuera por la persistencia singular de Andrew Cuomo, el fiscal general de Nueva York, que en febrero tomó declaraciones a Lewis y Thain como parte de su investigación sobre por qué Merrill, aunque financieramente tambaleante, había pagado unos 3,6 mil millones de dólares en premios a sus empleados antes de que el acuerdo estuviera cerrado. Cuomo ha hecho públicas desde entonces una gran parte de las declaraciones.

El siguiente relato de los hechos ocurridos durante los últimos días de la administración Bush proviene de dichas transcripciones, de los testimonios posteriores de Lewis y Bernanke ante el Congreso en junio, y de entrevistas con personas enteradas y observadores bien informados. (Paulson, Bernanke, y Lewis se negaron a ser entrevistados.) La narración que surge es preocupante. Ella plantea serias dudas sobre la inviolabilidad de los contratos legales en la América de después de la caída y sobre la rápida evolución de las relaciones entre el gobierno estadounidense y la industria.

II.

Cuando Lewis cerró el acuerdo con Thain, en septiembre, fue muy optimista acerca de las perspectivas financieras de Merrill y se jactó públicamente de ello. En una entrevista en febrero de 2009 con Maria Bartiromo, de CNBC, Lewis dijo que él y su equipo habían visto "todo lo que necesitábamos ver" acerca de Merrill. Señaló que tuvo el beneficio del "muy, muy extenso" análisis realizado por el asesor financiero del Bank of America J. Christopher Flowers, el multimillonario inversor de capital privado y ex banquero de Goldman Sachs, que había estudiado los libros de Merrill en diciembre de 2007, cuando él estaba considerando hacer una inversión en la empresa, y luego de nuevo el fin de semana en que el acuerdo fue concluído. En una conferencia de prensa en la mañana del 15 de septiembre, Lewis dijo que Flowers le había dicho que el balance de Merrill se estába tornando mucho más estable. "Él elogiaba mucho lo que [Thain] y su equipo habían hecho", dijo Lewis, "en muchos de los casos no sólo reduciendo las marcas ", el valor asignado por Merrill a los valores en su cartera, “sino deshaciéndose de activos, que es la mejor cosa por hacer. Así que [Merrill tenía] un perfil de riesgo mucho menor que lo que había visto antes ".

Pero en realidad las finanzas de la empresa se deterioraban rápidamente. Lewis y su equipo directivo comenzaron a recibir informes semanales sobre la condición de Merrill inmediatamente después de que firmaron el acuerdo en septiembre. A finales de noviembre, las pérdidas de Merrill se habían inflado a $ 9 mil millones, y algunos funcionarios del Banco de América habían empezado a dudar seriamente de la prudencia de la operación. La mayoría de las pérdidas provenían de apuestas en un sentido equivocado del departamento de ventas y comercio de la empresa y de la continua caída de valor de valores excéntricos. Pero incluso la joya de la corona de Merrill, su red mundial de agentes de bolsa, había sufrido un severo deterioro del ingreso mensual desde más de $ mil millones en octubre a 797 millones en diciembre. Al parecer, estas pérdidas fueron más allá de lo que Lewis o Flowers habían creído posible.

Con las pérdidas creciendo, Lewis comenzó a hablar con sus directivos y abogados sobre la posibilidad de invocar la cláusula de “cambio adverso sustancial” del acuerdo de fusión o MAC(*), como se lo conoce en Wall Street, si la condición de Merrill seguia empeorando. Esta escotilla de escape legal, presente en una forma u otra en casi todos los acuerdo de fusión, en teoría podría haber dejado al Bank of America libre de apartarse en cualquier momento antes de que el acuerdo se cerrara oficialmente, el 1 de enero de 2009. La cláusula MAC no era algo para tomar a la ligera; casi seguramente vendría una serie de demandas de Merrill Lynch y sus accionistas y ganar en juicio después de invocar una cláusula de MAC es sumamente difícil. Sin embargo, después de todo, luchar contra una demanda sería mejor que tratar de vivir en una casa en llamas.

Otra via de escape estaba disponible, pero a sólo días de desaparecer: El 5 de diciembre los accionistas del Bank of America votarían formalmente sobre el acuerdo. Si el voto fuese negativo la fusión se disolvería sin obligaciones legales para ninguna de las partes.

La terminación del acuerdo de fusión con el Bank of America probablemente hubiera significado el fin de Merrill, ya que era poco probable que la empresa pudiera hacer frente a sus deudas a medida que se fueran devengando. Y, presumiblemente, la terminación habría sido un bochorno para Lewis, que tanto anhelaba Merrill y había defendido el acuerdo. Con el voto de los accionistas aproximándose y a pesar del deterioro de las finanzas de Merrill, ejecutivos y abogados del Bank of America decidieron seguir adelante, con “sentimientos mezclados”. Según uno de ellos, como se informó en The Wall Street Journal en febrero: "Todo el mundo quería ver la oferta realizarse".

El 5 de diciembre, los accionistas del Bank of America aprobaron el acuerdo, al igual que los de Merrill Lynch. No se proporcionó información acerca de las crecientes pérdidas de Merrill a los accionistas del Bank of America antes de la votación, tal como lo señalaron varios miembros del Congreso en una audiencia de junio para el examen de la fusión.

Lewis "tenía una salida fácil antes de la votación de los accionistas", me dijo un banquero de fusiones y adquisiciones de alto nivel y abogado de Wall Street. Podía haber revelado a sus accionistas que"hemos hecho dos meses de diligencia debida y ahora miren las 600 cosas que hemos encontrado. Siempre me he preguntado cómo podía ser que no reveló al mundo lo que sabían antes de 5 de diciembre."

(*) "Material adverse-change clause"

Algunos observadores dicen que la omisión de Lewis de revelar a sus accionistas la magnitud de los problemas de Merrill antes de la votación puede haber constituido fraude: una violación de la norma 10b5 de la Comisión de Bolsa y Valores que prohíbe cualquier acto u omisión que redunde en fraude o engaño en relación con la compra o venta de cualquier valor. "Él cometió un clásico fraude de valores" dice llanamente el banquero de fusiones de Wall Street. "Tenía un conocimiento real de un hecho relevante en el medio de una votación de los accionistas." Un portavoz del Bank of America, en una respuesta por e-mail a mis preguntas acerca de las revelaciones de la empresa, simplemente dijo: "Creemos que hemos hecho las revelaciones requeridas antes de la junta de accionistas del 5 de diciembre". Se han presentado al menos ocho demandas de accionistas contra Lewis, el Bank of America y Thain. CalPERS y CalSTRS, dos fondos de pensiones de California que juntos poseen 38,5 millones de acciones de Bank of America, están tratando de impulsar una demanda consolidada colectiva de clase contra el banco por no revelar los hechos acerca de Merrill antes de la votación del 5 de diciembre.

Después de la votación, Lewis estuvo casi eufórico. "Esto nos pone en una liga totalmente diferente", dijo. Mientras tanto, los abogados internos del Bank of America y sus asesores externos en Wachtell, Lipton, Rosen & Katz continuaron discutiendo de si las pérdidas de Merrill constituirían un MAC o eran, como algunos creían, comparables a lo que otras firmas de Wall Street estaban sufriendo. No fue una decisión fácil, dado el alto riesgo y los términos muy ambiguos de la cláusula que expresamente excluían, como razones para anular el contrato, los cambios en las " condiciones generales de negocios, económicas o de mercado".

Basándose en la jurisprudencia reciente, la mayoría de los abogados habían concluido que nada menos que una metafórica guerra nuclear permitiría la Invocación exitosa de MAC. "A mi modo de ver había varias desventajas", dijo Lewis en su declaración de febrero, rememorando su pensamiento anterior a medida que los dias pasaban y las noticias de las pérdidas de Merrill se tornaban aún más graves. "Podríamos haber invocado el MAC y entonces llevar [Merrill] a la quiebra. Entonces, usted perdería el proceso, y terminaría teniendo que hacerse cargo de todas maneras de una compañía gravemente dañada".

El 9 de diciembre, Joe Price, Gerente de Finanzas del Bank of America, informó a la Junta de directores del Banco de las aún crecientes pérdidas de Merrill. El 14 de diciembre, Price llamó a Lewis y le dijo que las pérdidas de Merrill estaban ahora en $ 12 mil millones (A finales de diciembre, alcanzaron los $ 15,3 miles de millones.). Lewis dijo más tarde que todo lo que recordaba de la conversación con Price era sólo el "asombroso grado de deterioro" en el desempeño financiero de Merrill.

Poco después de la llamada de Price del 14 de diciembre, Lewis comenzó a preocuparse de que las pérdidas de Merrill se habían vuelto demasiado grandes para ser soportadas. Consultó con un abogado y volvió a examinar cómo podría abandonar el acuerdo. Ed Herlihy, el socio de Wachtell Lipton que había ayudado a iniciar la operación de Merrill y que hacía tiempo había asesorado a Lewis, llamó a Ken Wilson, un recientemente retirado vicepresidente de Goldman y amigo y confidente de Hank Paulson, el secretario del Tesoro y ex – CEO de Goldman. Wilson se había sumado al Departamento del Tesoro unos meses antes como asesor de Paulson y escuchó con asombro cuando Herlihy le contó la magnitud de las pérdidas de Merrill y con terror cuando Herlihy le dijo que Bank of America estaba pensando en alejarse del acuerdo. "Si Merrill estallaba, la cantidad de devastación en el sistema financiero habría sido insondable," me dijo Wilson en mayo. "Habría sido Lehman al cuadrado. Simplemente terrible." Le dijo a Herlihy que Lewis debería llamar directamente a Paulson.

En la mañana del 17 de diciembre, Lewis llamó al secretario del Tesoro desde su oficina en Charlotte. "Le dije que estábamos considerando seriamente el MAC y pensábamos que en realidad estábamos en tal caso, " recordó Lewis en su declaración. "Probablemente deberíamos hablar", contestó Paulson. "¿Podría usted estar aquí a las seis?"

III.

Lewis se presentó en la Reserva Federal en Washington a la hora señalada, junto con Joe Price y Brian Moynihan, recientemente nombrado consejero general del Bank of America (más tarde Moynihan sucedería a Thain al tope de la recientemente adquirida Merrill Lynch). Para entonces Paulson había hecho arreglos para que Bernanke estuviera también allí.

Lewis inició el debate hablando de cómo Bank of America en el cuarto trimestre de 2008 sufriría probablemente su primera pérdida trimestral en 17 años -una pérdida totalmente independiente de la operación de Merrill- y luego Price expuso a Paulson, Bernanke, y a sus colaboradores la magnitud de las pérdidas que Merrill había tenido. "Nuestra principal preocupación era el enorme agujero que se habría creado" en el Bank of America por las pérdidas de Merrill, dijo Lewis en su deposición. Luego los ejecutivos del Bank of America mencionaron la idea de invocar la cláusula de MAC del acuerdo de fusión. Pero Paulson y Bernanke no fueron receptivos. Advirtieron a Lewis y Price de su posición en contra de tomar esa medida, y pidieron cautela. A Lewis se le dijo que no actuara por el momento, recuerda, hasta que Paulson y Bernanke tuvieran oportunidad de reflexionar juntos. "Y así nos fuimos", dijo Lewis.

Al 20 de diciembre Bernanke había llegado a la conclusión de que "la amenaza MAC es irrelevante, porque no es creíble", según un email escrito ese día por Jeffrey Lacker, el presidente del Banco de la Reserva Federal de Richmond, que acababa de hablar con Bernanke. "Además," escribió, Bernanke "tiene la intención de hacer aún más claro que si ellos jugaran esa carta y, a continuación, necesitaran asistencia, la gerencia debería irse. "

El domingo 21 de diciembre Lewis rastreó a Paulson para hablar más sobre la posibilidad de invocar la cláusula de MAC. Justo esa mañana, a las 8:17, Mac Alfriend, un alto funcionario de la Fed de Richmond, había enviado un email a sus colegas: "Merrill se vé realmente aterradora y fea." Unas dos horas más tarde, Bernanke había escrito a sus colegas de la Fed diciendo que pensaba que "la amenaza de Lewis de utilizar el MAC es un elemento de negociación y nosotros no lo vemos como un escenario muy probable en absoluto ". Instó a que vengan con "un análisis" para convencer a Lewis de porqué invocar al MAC "sería un movimiento estúpido y porqué los reguladores no lo aprobarían".

 

Lewis intentó llamar a Paulson al Tesoro, y se le dió su número de teléfono celular. Finalmente, encontró al secretario del Tesoro en una cabaña de esquí en Colorado. Paulson, conocido como "El Martillo" desde sus días en la línea ofensiva en Dartmouth, no se anduvo con rodeos con Lewis. "Voy a ser muy contundente", dijo, de acuerdo a la deposición de Lewis. "Estamos muy a favor del Bank of America y queremos ayudar, pero el gobierno no siente que invocar a un MAC esté en su mejor interés". Según Lewis, Paulson le manifestó que el gobierno se sentía "tan decidido" sobre esto que dijo "eliminaríamos la junta directiva y la gerencia" si Lewis tratara de invocarlo. Frente a eso, un Lewis conmocionado se resignó de nuevo. Más tarde dijo que sabía que Paulson no estaba bromeando, y "que no iba a decir algo tan fuerte, si no sintiera como si hubiera también un riesgo sistémico. "

"Hank, vamos a desescalar esto por un tiempo", dijo Paulson. "Déjame que hable a nuestra junta". Paulson parecía satisfecho con la sugerencia de Lewis de llevar las cosas un paso atrás. "Bien", dijo. "Voy a llamar a Ben y le diré esto".

Al día siguiente, a las 4 pm, Lewis convocó a una reunión especial de la junta a través de conferencia telefónica para transmitir la recomendación de la gerencia de que la fusión con Merrill Lynch sea completada en sus términos originales. Reiteró la opinión de Paulson de que la no realización de la fusión daría lugar a un "riesgo sistémico" para la economía de EE.UU. y que la invocación de la cláusula MAC haría que la Fed y el Tesoro eliminaran la gerencia y la junta de directores del Bank of America.

A pesar de que la amenaza del Gobierno no tenía precedentes y habría sido casi inconcebible antes del colapso de Bear Stearns en marzo de 2008, Lewis argumentó en contra de desafiar a Paulson y Bernanke. También optó por no informar a sus accionistas ni al público acerca de sus conversaciones con Paulson y Bernanke. "Somos los banqueros del 99 por ciento del Fortune 1000, … un tercio de todas las empresas comerciales, [y] todos los demás estadounidenses", dijo en su declaración. En su entrevista con Maria Bartiromo en febrero, Lewis elaboró "Si es malo para Estados Unidos, entonces es malo para nosotros". La decisión, dijo, se redujo a "interés propio bien entendido. Debido a que estamos tan inextricablemente ligados con la economía de EE.UU. y que tenemos tan grandes cuotas de mercado, lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para el Bank of America."

IV.

Bién entendido o nó, el interés propio del Bank of America sólo se daría a conocer más tarde: a cambio de que se tragaran a Merrill a pesar de sus creciente deterioro, Paulson y Bernanke habían prometido verbalmente a Lewis más dinero del TARP, los 700 mil millones del Programa de Alivio de Activos en Problemas que se había convertido en ley en octubre de 2008, para reforzar el capital de la empresa combinada. Además, se comprometieron a sacar miles de millones de dólares de activos tóxicos fuera del balance de la empresa.

A pesar de que este nuevo acuerdo con el Tesoro y la Fed no podía ser completado para el momento de la conclusión de la fusión el 1 de enero, Lewis dijo a su junta que había recibido un compromiso verbal de que la infusión de capital y la eliminación de desechos tóxicos tendría lugar para el 20 de enero, el día en que Bank of America liberaría su informe de ganancias del 2008. Lewis dijo que Bernanke le dijo: "Lo vemos como una persona fuerte y que actuó de modo apropiado en circunstancias difíciles … Nos aseguraremos de que usted siga de esa manera ... Queremos hacer algo que cuando el público se entere de ello [la nueva financiación del gobierno], sus acciones suban. " Eso tiene que haber parecido oportuno a Lewis. Alrededor de la época de la conversación, las acciones del Bank of America se habían caído de casi 34 dólares por acción antes de que Lewis hubiera decidido comprar a Merrill a alrededor de 13,50 dólares por acción.

La Junta instó a Lewis para tratar de que Paulson y Bernanke pusieran por escrito la oferta del gobierno de más capital y él, obedientemente, cogió el teléfono y llamó a Bernanke para preguntar. "Déjeme pensarlo", dijo Bernanke. Al final, Bernanke no habló con Lewis sobre la nueva financiación prometida; Paulson lo hizo. Le dijo a Lewis que no quería poner nada por escrito. "En primer lugar, sería tan lavado", Lewis recordó que Paulson le dijo, "no sería tan fuerte como lo que íbamos a decirle verbalmente. Y en segundo lugar este sería un acontecimiento comunicable al público, cosa que no queremos". (Algunas autoridades legales, por supuesto, creen que en esas circunstancias los debates y la correspondencia deberían haber sido comunicados a los accionistas, ya que eran significativos y razonablemente se podría haber esperado que afectaran a la cotización de los valores de las dos empresas).

Justo antes de las 5 de la tarde del 22 de diciembre Lewis envió a su junta un e-mail. "Acabo de hablar con Hank Paulson", escribió Lewis. "Dijo que no había forma de que la Reserva Federal y el Tesoro nos enviaran una carta sustancial sin divulgación pública que, por supuesto, no queremos ". " Eso pensé," escribió cinco horas más tarde el miembro de la junta Thomas Ryan, director ejecutivo de CVS Corporation,.

Sin embargo la junta no se amotinó. El acta de la reunión de la junta de ese día revela un espléndido pasaje de cubrimiento de espaldas legal: la junta deja constancia de que "no estaba convencida o influenciada" por las amenazas del gobierno para eliminar la junta y la gerencia y que tomaría la decisión que estuviera en el “mejor interés de la Corporación y sus accionistas" sin tener en cuenta la “representación” -amenaza- de Paulson y Bernanke. Tomada nota de esto y aparte de sarcásticos e-mail, los directores parecían dispuesto a seguir el rumbo marcado por Lewis.

Lewis, por supuesto, tenía un problema en sus manos. Como no podía conseguir que el gobierno pusiera la oferta por escrito, avanzando con el acuerdo él estaría exponiendo a su empresa y sus accionistas a un riesgo financiero enorme si Paulson y Bernanke cambiaran de idea. Sin embargo avanzó sin hacer revelaciones a sus accionistas. "Tenía compromisos verbales de Ben Bernanke y Hank Paulson de que se iban a ocupar, a llenar ese hueco, y lograr que el mercado perciba esto como un buen negocio", dijo Lewis en su declaración en febrero. "Yo avanzaba basado en la palabra de dos personas muy respetadas en altas posiciones del gobierno de los EE. UU".
Cuando se le preguntó si él hubiera revelado el riesgo al que exponía a sus accionistas si por él hubiera sido, Lewis contestó: "No dependía de mí." Los detalles de la oferta, señaló, ni siquiera estaban abiertos a debate: "Se dijo que 'Queremos este acuerdo hecho a tiempo y en estos términos' No había una capacidad para renegociar" Pero todo acuerdo puede ser renegociado, ¿verdad? "No cuando le dicen a uno que no puede", dijo Lewis. Cuando se le preguntó si estaba molesto por sentir que no tenía una opción en la materia, Lewis contestó: "Creo que estaba un poco sorprendido. Todo se redujo a que me sorprendió cuán firme era la opinión de ellos acerca de las consecuencias ... creo que lo estaban haciendo de buena fe. Pensaban que todo lo que habían dicho sobre el peligro que la quiebra de Merrill plantearía para el sistema financiero era verdad". Lewis admitió que podría haber dicho que no y renunciado, pero que nunca consideró hacerlo.

Pero no hay duda de que Lewis estaba cada vez más preocupado por potenciales litigios con accionistas. El 22 de diciembre Bernanke confió en un e-mail a sus colegas de la Fed que Lewis "ahora teme demandas de los accionistas por NO invocar el MAC, dado el deterioro en ML". Bernanke dijo haber dicho a Lewis que él no "pensaba que eso fuese muy probable", pero Lewis "preguntó si él podría defenderse diciendo que el gobierno le ordenó actuar por razones sistémicas. Le dije que no".

Lewis, sin embargo, quería una carta de Bernanke, que pudiera ser utilizada en defensa del Bank of America. Bernanke le pidió a Scott Alvarez, el consejero general de la Fed, si se podría dar a Lewis una carta diciendo que había recibido la opinión oficial de que "un MAC no está en el mejor interés de su empresa". El 23 de diciembre, Alvarez contestó: " Yo no creo que sea necesario o apropiado. En primer lugar, no le ordenamos a él de avanzar, simplemente explicamos nuestras opiniones sobre cuál podría ser la reacción del mercado y le dejamos a él la decisión. En segundo lugar, tomar decisiones difíciles es por lo que le pagan y sólo él tiene la información completa para tomar la decisión de modo que no deberíamos liberarlo dando la impresión que quitamos la decisión de sus manos. Bernanke aún se preguntó "¿Qué tendría de malo una carta, no anticipándose a los litigios sino a petición de la defensa en juicio, en el sentido de que nuestro análisis sobre la seguridad y la solidez de avanzar con la fusión era favorable y que le habíamos comunicado eso a Lewis?". En respuesta, Alvarez aconsejó a Bernanke de “guardarse bien” de enviar tal carta. "Quiero evitar que la Fed sea la pieza central del litigio ", escribió.

El 30 de diciembre, en otra reunión de la junta del Banco de América convocada para dos días antes del cierre de la operación de Merrill, Lewis informó que, desde la reunión de la junta del 22 de diciembre, le había dicho a los reguladores federales, principalmente Kevin Warsh, miembro del consejo de la Reserva Federal, que "si no fuera por las graves preocupaciones acerca de la situación del sistema de servicios financieros de Estados Unidos” y las consecuencias que habría sufrido el sistema financiero tales como habían sido "enunciadas por los reguladores federales", el Bank of America habría invocado la cláusula de MAC y tratado de renegociar los términos del acuerdo. Explicó a su junta directiva que él también había dicho a los reguladores que era "apropiado" que el gobierno federal “resarciera al Bank of America por el deterioro en los resultados operativos y la situación financiera de Merrill Lynch”. En sus conversaciones con Warsh, Lewis explicó las "necesidades y expectativas" del Bank of America en relación a la financiación que Paulson y Bernanke habían prometido de manera informal.

Lewis también recordó a su junta que el Tesoro y la Reserva Federal no pondrían por escrito su compromiso con él y con Bank of America, porque tales "garantías" obligarían a la Fed y el Tesoro a una "acción formal" y por lo tanto "requeriría divulgación pública", lo que podría haber causado otra crisis. Sin embargo, dijo Lewis a la junta, la gerencia ha documentado el compromiso de la mejor manera posible a través de "e-mails y notas detalladas" de las conversaciones con Warsh y otros. Lewis y Price compartieron con el consejo las diversas ideas que habían discutido con Warsh, Bernanke, y Paulson acerca de cómo podría funcionar la nueva inyección de capital del gobierno y concluyó diciendo que "seguirían trabajando" con los reguladores federales para hacer realidad todo esto para el 20 de enero. "Se produjo una fuerte discusión", dice inexpresivamente el acta de la reunión, "incluyendo las posibilidades de recurso de la Corporación para el caso de que los reguladores federales no cumplieran con sus promesas sobre las que se han basado la Junta y la gerencia”.

El 1 de enero, Bank of America cerró su acuerdo con Merrill Lynch tal como se había acordado en septiembre. No se renegoció ningún aspecto de los términos originales. "Hemos creado esta nueva organización porque creemos que la gestión de carteras y la banca corporativa y de inversión representan importantes oportunidades de crecimiento, especialmente cuando se combinan con nuestras capacidades de liderazgo en la banca minorista y comercial", dijo Lewis, articulando las ideas simplistas que normalmente forman parte de los anuncios de fusión de empresas. No mencionó a ninguno de los profundos acontecimientos de las semanas anteriores. "Ahora estamos en una posición única para ganar cuota de mercado y ampliar nuestra posición de liderazgo en los mercados de todo el mundo ".

Bank of America finalmente publicó 15 días después sus resultados financieros de 2008. En el comunicado de prensa iba la noticia de que Merrill Lynch había perdido la asombrosa cantidad de 15,3 mil millones en el cuarto trimestre. En el mismo comunicado de prensa iba el primer anuncio público del acuerdo secreto del Bank of America con Paulson y Bernanke. El gobierno invertiría otros $ 20 mil millones de dólares en el Bank of America, llevando a $ 45 mil millones el total de fondos TARP en el banco y también "proporcionaría protección contra pérdidas adicionales " sobre $ 118 mil millones en activos tóxicos, principalmente provenientes del balance de Merrill Lynch.

En un sentido estricto, la apuesta de Lewis había dado sus frutos. Sin embargo la fusión, incluso tomando en cuenta la generosidad del gobierno, ha demostrado hasta ahora ser un pésimo acuerdo para el Bank of America y sus accionistas. El 16 de enero, con los inversionistas preocupados tanto por el tamaño de las pérdidas como por la necesidad de otro plan de rescate del gobierno, las acciones del banco cerraron a alrededor de $ 7. Seis semanas más tarde llegaron a su punto más bajo de $ 3,14 por acción, un colapso de 90 por ciento desde las vísperas de que Lewis decidiera hacer el negocio de Merrill. (En junio, luego de que el banco recaudara 38 mil millones de dólares; 4,1 mil millones de más que los 33,9 mil millones de capital fresco ordenados por la “prueba de carga” del Tesoro, las acciones se estaban negociando a unos 12 $ por unidad). Las negociaciones de trastienda y las pulseadas que hicieron avanzar el acuerdo quizás lograron salvar a Merrill de un colapso inmediato pero sólo a expensas de la salud y la estabilidad del mayor banco de la nación, una institución mucho más importante desde el punto de vista sistémico que Merrill y que ahora debe ser sostenida indefinidamente, sin importar el costo.

V.

En cierto plano la fusión entre Bank of America y Merrill Lynch es una simple historia de arrogancia y cobardía de ejecutivos. Dejando de lado la pregunta de si fue o nó legal la falta de divulgación pública por parte de Lewis de nueva información sobre las pérdidas de Merrill y de su acuerdo con Paulson y Bernanke; su pasividad a lo largo del proceso fue despreciable a los ojos de algunos miembros de la industria financiera. Un alto ejecutivo de Wall Street, al tomar conocimiento de las acciones de Lewis, reaccionó con incredulidad. “No hay dudas de lo que habría hecho si hubiera estado en su lugar”, me dijo. “Les habría dicho [a Bernanke y Paulson] que iba a declarar el MAC y comunicar públicamente la decisión y los habría desafiado a despedirme, a mí y al consejo y, créame, eso no habría sucedido. Más aún, un ex-ejecutivo de Merrill que estuvo involucrado en la venta de la empresa al Bank of America y que estaba familiarizado con los términos del MAC en el contrato, dijo que Lewis debería haber utilizado las pérdidas de Merrill en el cuarto trimestre y la amenaza de declarar el MAC como palanca para renegociar en baja el precio absurdo del acuerdo con Merrill. Dijo “él podría haber usado la cláusula de MAC como pretexto para renegociar el acuerdo”. “Hacer eso habría sido una cosa sagaz”.

Mark Sunshine, presidente de First Capital, un prestamista comercial internacional, es algo más caritativo. Él teme que que las decisiones que tomó hayan expuesto a Ken Lewis a responsabilidad civil y que “podrían tener implicaciones penales”. Pero también me dijo que él sabe cuan difícil podría haber sido para Lewis ignorar los pedidos del secretario del Tesoro y el presidente de la Reserva Federal en momentos de crisis financiera. I dijo que él no está seguro de si, en las mismas circunstancias, habría actuado de modo muy distinto. “En aquellas circunstancias la mayor parte de las personas harían lo que se les pidiera”, dijo.

Un momento después, luego de alguna reflexión, agregó: “Pero también se parece a lo que sucede en una república bananera o en la Rusia de Putin, donde los capitanes de la industria hicieron favores al gobierno en cambio de subsidios económicos. ¿Cómo hace uno para no deslizarse por la pendiente y volverse como la Rusia de Putin?.

VI.

Las preguntas más importantes que plantea la fusión Bank of America Merrill Lynch no involucran a Ken Lewis. Involucran a Hank Paulson, Ben Bernanke y al gobierno estadounidense.

En una entrevista con Andrew Cuomo, Paulson “corroboró en gran medida” el relato de Lewis de los eventos de diciembre 2008, según Cuomo lo escribió en una carta del 23 de abril a funcionarios federales. “El secretario Paulson indicó que le dijo a Lewis que si el Bank of America viniera a retirarse del acuerdo con Merrill Lynch, el gobierno destituiría o podría destituir al consejo y a la gerencia”. Paulson le dijo a Cuomo que él “hizo esa amenaza [a Lewis] a pedido del presidente Bernanke”; pero Bernanke no discutió ese asunto con Cuomo, invocando el poco conocido “privilegio de examinación bancaria”(*) de la Reserva Federal, el cual está dirigido a preservar la franqueza en las comunicaciones entre banqueros y examinadores. Bernanke testificó ante el Congreso el 25 de junio diciendo: “No le dije a la gerencia del Bank of America que la Reserva Federal tomaría medidas contra el consejo o la gerencia”. Un portavoz de Paulson dijo más tarde que las advertencias a Lewis eran “suyas propias” y no fueron realizadas a instancias de Bernanke. En todo caso, la presión que ambos, Bernanke y Paulson, aplicaron sobre Lewis fue extraordinaria y las preguntas acerca de la legalidad y la pertinencia de estas acciones son suficientemente serias para haber motivado una investigación parlamentaria, aún en curso en el momento de escribir esta nota.

Algunos observadores están convencidos de que funcionarios del gobierno cruzaron una línea, "No hay dudas de que aquí hubo coerción y sobornos" afirma Sunshine. Pero ninguno de los expertos legales con los cuales hablé creía que, sobre la base de la evidencia disponible, el gobierno haya violado claramente alguna ley. H. Rodgin Cohen, el socio principal en el bufete de abogados Sullivan y Cromwell y un íntimo conocedor de Wall Street, no recrimina a los funcionarios públicos el haber hecho en su momento lo que creían corresponder a los mejores intereses del sistema financiero. "Hay diferencias entre persuadir y ayudar a las personas a comprender donde radican sus mejores intereses y realmente abrogar un contrato", declaró. "Las personas desean una administración proactiva pero hay una diferencia entre ser proactivo e infringir la Constitución. Usted puede adherir al mandato de la ley y tener una clara noción de que la regla legal puede ser utilizada proactivamente para realizar lo que usted está tratando de realizar".

En todo caso y para bien o para mal el gobierno federal ha intervenido profundamente en el sector financiero en su respuesta a esta crisis. A través de la ampliación de los fondos TARP(**) y otros mecanismos, obtuvo una fuerte influencia y es probable que conserve dicha influencia durante al menos varios años por venir. Y como lo hemos visto con las prolongadas consecuencias del 9/11, los ejercicios novedosos del poder federal y la supresión de derechos privados emprendidos en momentos de crisis y confusión pueden tornarse en precedentes cancerosos.

La pregunta que se hacen muchos ejecutivos de Wall Street y la principal pregunta que surge de todo este asunto es la de saber si la danza, reservada, entre Lewis por una parte y Paulson y Bernanke por la otra es un suceso excepcional o si, en el mundo post-TARP, tanto Wall Street como Main Street deben esperar que el largo brazo del gobierno interfiera con acuerdos de negocios y contratos privados de modo más usual.

"Desde el punto de vista legal la inviolabilidad de los contratos es fundamental" expresó Cohen, quién fue asesor legal de muchos de los bancos que enfrentaron crisis recientes. "Y yo no sabría cómo ir mucho más allá puesto que una vez que uno destruye esa base, entonces se comienza a afectar el fundamento de todas las relaciones de negocios que asume que los contratos deben ser respetados".

A medida que la crisis se atenuó este año, el gobierno mantuvo su agresividad persiguiendo resultados de negocios que juzga convenientes con cierta indiferencia aparente por los derechos contractuales. Por ejemplo en las negociaciones por la bancarrota de Chrysler en abril, el plan de la Tesorería ofrecía a los principales acreedores de la empresa 29 céntimos por dólar. Algunos acreedores, incluyendo el fondo de riesgo Xerion Capital Partners, opinaban que tenían derecho contractual a un acuerdo mucho mejor como acreedores principales de deuda garantizada. Pero cuatro bancos beneficiarios del TARP, JPMorgan Chase, Citigroup, Morgan Stanley y Goldman Sachs, que poseían alrededor de 70% de la deuda principal de Chrysler a la par (100 céntimos por dólar), aceptaron el acuerdo de 29 céntimos. Al obtener que dichos bancos y los demás acreedores principales aceptaran la oferta de 29 céntimos y renunciaran a su derecho a presionar por los mayores pagos a los que potencialmente tenían derecho, el gobierno podía dar a los trabajadores de Chrysler, cuyos contratos eran deudas generales no garantizadas y, por lo tanto, subsidiarias respecto de las deudas de los bancos, un pago mucho más generoso al que hubiera sido posible o probable de otro modo. Esencialmente el gobierno estaba estructurando una transferencia de riqueza de los accionistas de los bancos del grupo TARP hacia los trabajadores y poniendo presión sobre otros acreedores para que acompañen.

El 30 de abril cuando el presidente Obama anunció la bancarrota, enunció enérgicamente la posición de la Casa Blanca: "Mientras que muchos accionistas hicieron sacrificios y actuaron constructivamente", dijo, "debo decir que otros no lo hicieron. En particular un grupo de firmas de inversión y fondos de riesgo decidieron mantenerse al margen a la espera de un injustificado rescate financiado por los contribuyentes. Esperaban que todos los demás harían sacrificios y que ellos no deberían hacer ninguno. Algunos pedían el doble del retorno que otros acreedores estaban obteniendo. Yo no estoy de su lado, estoy del lado de los empleados de Chrysler y sus familias y comunidades".

 

(*) "bank-examination privilege"

(**) TARP: "Troubled Asset Relief Program", Programa de Asistencia para los Activos Problemáticos

Frente a esta clase de presión política Perella Weinberg, propietario de Xerion, retrcedió. "Considerando las palabras del presidente y ejerciendo nuestro mejor raciocinio como inversores", declaró la empresa, "nosotros concluimos que los riesgos de severas pérdidas de capital que podrían surgir de litigar este asunto en un tribunal de bancarrotas superaban con creces cualquier beneficio potencial realista". Tom Lauria, un abogado que representaba la empresa durante las negociaciones dijo en una entrevista de radio el 1º de mayo que su cliente había sido informado por la administración que la oficina de prensa de la Casa Blanca destruiría la reputación de Perella Weinberg si continuaba a luchar contra el acuerdo. Más tarde él relató a ABC News que la amenaza había sido hecha por el asesor de la Tesorería Steven Rattner. (La Casa Blanca negó haber hecho ninguna amenaza y Perella Weinberg negó el los hechos relatados por Lauria, sin comentarios). Lauria dijo en su entrevista por radio "Pienso que todos en el país deberían estar preocupados sobre el hecho de que el presidente de los Estados Unidos, el poder ejecutivo, está usando su poder para intentar abrogar este derecho contractual".

Una historia parecida tuvo lugar durante la bancarrota de GM: nuevamente el gobierno armó un acuerdo que pareció a muchos un regalo a los United Auto Workers(***) a expensas de los tenedores de bonos quienes fueron fuertemente presionados para que aceptaran rápidamente un acuerdo que les otorgaría 10% de las acciones de la empresa reorganizada (más algunas garantías no monetarias) mientras que ellos probablemente podrían haber negociado por más en un procedimiento concursal menos bien orquestado. La administración Obama también se hizo famosa por intimidar a empleados de AIG que tenían derechos contractuales sobre unos 165 millones en premios para anular dicho derecho. (A la vista de la presión del gobierno y de la indignación pública, unos 15 de los 20 principales beneficiarios de los premios de retención aceptaron devolver un total de más de 30 millones). Curiosamente el gobierno no presionó sobre los ejecutivos de Merrill para que devolvieran sus 3,6 mil millones en premios que se pagaron en diciembre de 2008, aún cuando la compañía había sufrido tan grandes pérdidas.

"Las reglas que establecen cómo actuará el gobierno no son las que aprendimos" explicó Gary Parr, vicepresidente de Lazard y uno de los principales asesores de instituciones financieras sobre fusiones y adquisiciones. "En los pasados 12 meses se establecieron nuevos precedentes semanalmente. Con frecuencia las viejas reglas ya no son más aplicables". Declaró que los ejemplos recientes de agresión por parte del gobierno son "realmente considerables", pero agregó "no estoy seguro de que vaya a durar por mucho tiempo, Por supuesto que espero que nó. No puedo imaginarme que los mercados funcionen adecuadamente si uno está permanentemente pensando en si el gobierno va a intervenir y cambiar el juego". Un ex-funcionario del Tesoro de la administración Bush me manifestó que cree que la administración Obama ha usado mano muy dura con las empresas automotrices y aquellos que les habían prestado dinero. "Es muy simple imponer su voluntad cuando se tienen todas las cartas", dijo, "y cuando uno es la única fuente de financiamiento, olvídelo".

El patrón de la intervención del gobierno durante el pasado año es, a veces, desconcertante. ¿Porqué Paulson y Bernanke decidieron salvar a AIG y Merrill pero nó a Lehman?. ¿Porqué permitieron a Merrill pagar 3,6 mil millones en premios pero transformaron los 165 millones pagados a profesionales de AIG en una cuestión federal?. ¿Cómo podrían empresas e inversores pensar en compras de bonos, fusiones, salarios y una gama de otras actividades que son esenciales para un funcionamiento fluído de la economía pero que ahora portan la incertidumbre de potenciales intervenciones del gobierno?. La incertidumbre rampante de esta clase frenaría y distorsionaría inevitablemente la economía. También daría lugar a acusaciones de favoritismo y de capitalismo de amigos lo que, de hecho, ya sucedió.

El legado del derrumbe y de nuestra respuesta al mismo aún no ha terminado de escribirse. Y nunca sabremos si las acciones adoptadas por Bernanke y Paulson en diciembre evitaron un colapso aún peor que el que experimentamos el otoño pasado. Considerando la gravedad y la presión de los tiempos de la situación, quizás sea mejor acordarles el beneficio de la duda.

Sin embargo el éxito que Bernanke y Paulson (y, más tarde, la administración Obama) parecen haber tenido en el mejoramiento de la situación podría, con el tiempo, tener consecuencias no deseadas. La presión para la reforma agresiva del sistema financiero parece haberse desvanecido en los últimos meses. Al mismo tiempo la presión aplicada sobre el Bank of America y otras instituciones privadas, tal como quedó a la vista, fue recibida por muchos con un encogimiento de hombros colectivo (aunque algunos miembros del Congreso, particularmente los demócratas Dennis Kucinich y Elijah Cummings parecen decididos a ir hasta el fondo de quién hizo qué a quién y porqué). Esto plantea la posibilidad de que el Tesoro y la Fed continuarán manejando al sector financiero informalmente por algunos años más, confiando en su capacidad para mover las palancas correctas y torcer brazos detrás del decorado cuando sea necesario. Este es un escenario que raras veces termina bien, deberíamos desear que no venga a suceder.

 

Fin del artículo

 

 

 

 

 

(***) UAW: sindicato de trabajadores de las industrias automotrices, aeronáuticas y de maquinaria agrícola

Esta es una traducción del artículo "The Final Days of Merrill Lynch" publicado en "The Atlantic Online"
de septiembre de 2009.

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